No sé cómo empezar a decir lo que siento, es difícil retomar viejos hábitos y más cuando los he intentado ocultar en una triste realidad. Hace tan solo unos instantes daban las altas horas de la madrugada, ahora tengo miedo de volver a ver el reloj, miedo de saber cuánto tiempo he vuelto a desperdiciar.
Ya faltan tan solo unos días para poder concluir este año, uno más. Es increíble lo rápido que ha pasado, ayer volví a ver el reflejo que me han dejado los años, las huellas que se han marcado en mi cuerpo, en mi alma y en mi corazón. Tan solo días para cerrar uno más, ¿otro más?…Ya no. Quiero tomarme unas horas de mi vida para hacer de este año lo que no fue de los anteriores. Quiero abrazar a un viejo amigo y poder decirle adiós a nuestros pasados conflictos, besar a mi madre y volver a sentir el calor con el que me tomó en su brazos por primera vez, encerrarme en mis recuerdos y llorar en silencio al recordar viejas obsesiones… quiero morirme en vida y sentir que aún me quedan fuerzas para volver a empezar.
No esta vez, este año no será otro más, ¡Ya no más! El tiempo se ha dedicado a robarme mi juventud, esperanzas, sueños, pero en lo que más se ha aferrado es en mi felicidad.
“Algún día” fue mi frase favorita desde hace 5 años, ahora quiero que sea “Hoy”. Quiero ser el protagonista de mi propia película, dejar de ser el espectador inerte. Amar, cantar, bailar, correr, gritar… Ahora es mi turno. Sé que este proceso ya está comenzando, pues estás lagrimas que ahora estoy derramando dan comienzo a esta felicidad.
Viejo año, nuevo año… el transcurso de un ciclo más de la vida. Es ahora cuando me encuentro parado en el horizonte de ese transcurso, donde la noche se reconforta en mi espalda y el día deslumbra mi mirada… no volveré a la oscuridad, no miraré hacia atrás, daré una gran sonrisa a mi nueva vida. Regresaré a ver el mar, la luna, los atardeceres, las lluvias… y suspirare con la misma felicidad con la que los conocí, ya no serán la llave que me llevaba a abrir mi baúl de dolor, el cual liberaba mis tragedias y fracasos.
Y al final de este año, una sonrisa le daré al reflejo que siempre me acompaña y bajo esa gran sonrisa lo miraré a los ojos y le diré con euforia “Feliz año nuevo”
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